jueves, diciembre 28, 2006

Bajo el Sol

El cormorán se deja caer desde el acantilado y comienza un lento planeo. Recorre la bahía observando como su sombra se arrastra sobre el mar.
De pronto algo le llama la atención, bajo el mar, una nube de pequeños reflejos plateados se ven sumamente apetitosos.
Describe un rizo hacia la derecha y se lanza en picada. Tiene la suerte de agarrar uno grande, y de poder volver a remontar el vuelo con el peso extra.
Con esfuerzo, vuelve a posarse en el borde del acantilado. Engulle su presa, y se queda contemplando el mar mientras el sol seca sus plumas.

jueves, diciembre 21, 2006

Jo jo jo

Se levantó de la mesa.
Se despidió de sus ayudantes.
Preparó el trineo.
Revisó las riendas y los arneses.
Cargó la gran bolsa llena de presentes.
Y la gran cucaracha pascuera partió en su diminuto trineo tirado por seis parejas de escarabajos tornasolados, adornados con arneses y con pequeños cascabeles dorados. En pocas horas recorrería muchos kilómetros de alcantarillas y acequias, llevando un mensaje de amor y esperanza. Y a las cucarachas que se portaron bien durante el año, les dejará un trozo de pan con moho, y a las que se portaron mal, les dejará un trozo de jabón.

jueves, diciembre 14, 2006

Partida

El muchacho llora desconsoladamente mientras se aferra al ataúd. La familia ya se ha retirado, y pese a sus ruegos, el pidió quedarse un momento más.
Todavía no acepta que ella se ha marchado. Que solo queda su caparazón vacía, su coraza.
Trata de entender lo ocurrido, pero no le encuentra justificación. No es justo que corten una flor cuando aún es un botón que está a punto de florecer.

Detrás del joven está ella. Que lo mira con amor y pena infinitos. Quiere extender sus brazos para abrazarlo, pero no puede. De sus ojos cae una lágrima de verdad.

jueves, diciembre 07, 2006

El verdugo

Mientras observo al prisionero, desfilan por mi mente toda suerte de torturas que podría aplicarle. Pero decido optar por lo más sencillo, la muerte. La noticia de su próxima ejecución pareció no afectarlo, pues no emitió una sola palabra. Quizás sabía a lo que se exponía al atacarme de esa forma.

Lo conduzco a un lugar más apropiado y llevo a cabo la sentencia.
Sin ningún tipo de remordimiento me limpio la sangre de las manos.

Antes de ir a dormir, recuerdo poner el mosquitero en la ventana, no vaya a entrar otro a vengar la muerte de su compañero.