jueves, mayo 31, 2007

Dedos Verdes

Regar la enredadera. Podar el rosal. Echar fertilizante a las hortalizas.

Tose muy fuerte y debe sentarse pues se siente mareado.

Recorre los almácigos, eliminando las malezas. Coge un par de naranjas que ya están maduras. Disfruta el olor mientras las pela.

Se vuelve a sentar mientras se come las naranjas. Guarda cuidadosamente las semillas y las cáscaras las arroja en un agujero.

Usando el pulverizador cubre con una fina capa de rocío las enormes hojas del rododendro. Piensa en todo lo que hay por hacer y suspira.

Afuera del invernadero el suelo está cubierto por una capa de ceniza.

jueves, mayo 24, 2007

El General

Con su uniforme de gala, y muy serio, pasa revista a las tropas. Revisa una formación tras otra, buscando algo fuera de lugar. Algún botón o alguna hebilla que no estén relucientes, algún detalle que opaque este momento. Después de media hora se da por vencido y se siente satisfecho, perfección es lo que buscaba y eso es lo que ha encontrado. Saluda a las tropas con una leve inclinación de cabeza. Se sienta en una silla, junto a la mesa donde descansan sus ejércitos y sintoniza nuevamente la radio, esperando con ansias la orden de avanzar sobre el enemigo.

jueves, mayo 17, 2007

El taxista

El taxi se detuvo frente a un lujoso edificio.
El conductor le preguntó si debía esperarla.
Ella le contestó que no, le pagó y se bajó.
El taxista siguió manejando, ya era tarde y había sido un día flojo.
Podía seguir tentanto a la suerte o irse a tomar unas cervezas con lo poco que había ganado.
Cuando estacionó cerca del bar de siempre, revisó el asiento de atrás. No podía creerlo. Un teléfono celular tan costoso y un rollo de billetes. Pensó en ir a devolvérselo a su última pasajera.

Ese día, no llegó a dormir a su casa.

jueves, mayo 10, 2007

Mala Suerte

La divisa a lo lejos, y eso basta para que se ponga nervioso. Revisa sus zapatos y polainas, la cadena del reloj y la empuñadura del bastón, todo impecable. Pero su mayor temor era el mismo de siempre, él mismo. Sus nervios, su tartamudez, su torpeza, que solo aparecían en presencia de aquella dama, la que le quitaba el sueño. Ensaya un par de frases en su mente, y luego las repite en voz baja. Cuando ya se encuentra a una distancia prudente, levanta su sombrero de copa en un cortés saludo, e inesperadamente, cae un conejo. Pura mala suerte.

jueves, mayo 03, 2007

La Rubia

La rubia espera impaciente. Ya lleva cinco cigarrillos, y no deja de mirar su teléfono celular. Debieron haber pasado a recogerla hacía treinta minutos, y ya estaba oscuro y hacía frío.

Un automóvil se detuvo y ofreció llevarla. Ella ni siquiera le prestó atención, mientras sus dedos apretaban con fuerza el teléfono. “Llama, maldito” pensó. “Si no te apareces, al menos llama”.

Cuarenta y cinco minutos cumplidos, y se pone a caminar. No puede esperarlo más. Contra toda posibilidad pasa un taxi, y lo hace parar. Pide aire acondicionado. Y mientras se desentumece, el taxista le comenta de un accidente.