En cuanto me conecto, siento fuego que me recorre por las venas, y frío que escarcha mi piel. Me siento más vivo que nunca, pero a la vez siento como mis dedos se entumecen.
Creo universos vírgenes, jamás mellados por mirada alguna. Recorro abismos insondables donde no existe conciencia de la existencia ni del tiempo. Siento la velocidad y soy casi omnipresente, todo en la misma eternidad de un segundo.
Me parece verte o intuirte, a estas alturas no lo puedo distinguir. Es la dicha de estar conectado. Es la única salida que tengo en esta mugrosa cama de hospital.
jueves, abril 13, 2006
Conexión
Publicadas por Juanjo a las 8:19 p.m.
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