jueves, junio 15, 2006

Ella

Avanza la fila. Quedo frente a la cajera. Le pido un café negro. Le pago. Recibo la taza y me voy a sentar. Revuelvo el café casi por costumbre, dos golpecitos de la cuchara en el borde de la taza. Lo pruebo, y siento como el amargo invade mi boca. Siento que la vida vuelve a mí, aunque sea por unos minutos. Se me desentumecen las manos y todos los recuerdos, y nuevamente deseo olvidarlos. Saco la cajetilla del bolsillo, tomo el último cigarrillo que queda y me lo pongo en la boca. Lo voy a encender, y la veo.

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