jueves, septiembre 07, 2006

Vaticano Confidential

Cuando el cardenal estaba oficiando los ritos finales, a solas con el cuerpo del fallecido pontífice, algo llamó su atención. Un pequeño temblor en la mano. Con asombro vio como lentamente se empezó a incorporar el cuerpo. Abrió los ojos. Parecía desorientado, como si tratara de entender donde estaba. Luego se echó a llorar mientras balbuceaba “no había nada, llegué a la luz y no había nada”. El cardenal actuó en forma rápida, y puso una almohada contra la cabeza que opuso una débil resistencia.

El cardenal se presentó ante el nuevo pontífice y le dijo “todo arreglado Su Santidad”.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

De los mejores que te he leído, y eso que he leído cuatro.

Excelente iniciativa, que se joda el Metro y su concurso.

Saludos,

Malaquías

nuevededos dijo...

jaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa