Cuando el cardenal estaba oficiando los ritos finales, a solas con el cuerpo del fallecido pontífice, algo llamó su atención. Un pequeño temblor en la mano. Con asombro vio como lentamente se empezó a incorporar el cuerpo. Abrió los ojos. Parecía desorientado, como si tratara de entender donde estaba. Luego se echó a llorar mientras balbuceaba “no había nada, llegué a la luz y no había nada”. El cardenal actuó en forma rápida, y puso una almohada contra la cabeza que opuso una débil resistencia.
El cardenal se presentó ante el nuevo pontífice y le dijo “todo arreglado Su Santidad”.
jueves, septiembre 07, 2006
Vaticano Confidential
Publicadas por Juanjo a las 11:46 a.m.
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2 comentarios:
De los mejores que te he leído, y eso que he leído cuatro.
Excelente iniciativa, que se joda el Metro y su concurso.
Saludos,
Malaquías
jaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
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