Volvió a meter la cabeza bajo el agua. No podía creer lo que veía. A unos metros de sus pies estaban los restos de madera podrida que escondían brillos dorados.
Tomó aire y se zambulló nuevamente. Removió la madera y sintió el frío metálico de las monedas. Alcanzó a contar más de cien antes de salir por aire.
Escuchó el ruido de un avión y corrió de vuelta a la playa. Se acercó al montón de madera seca.
Ya era tarde, el avión se había alejado demasiado de la isla.
jueves, agosto 23, 2007
El Tesoro
Publicadas por Juanjo a las 1:14 p.m.
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