Amanece y la neblina aún cubre los bosques de bambú sobre las colinas.
El viejo panda se levanta lentamente y se estira para desperezarse. Se acerca al arroyo y bebe un par de sorbos.
Camina torpemente hacia donde están los brotes más tiernos de bambú y empieza a masticarlos pacientemente.
Sabe que está viejo, pero nada de lo que haga le devolverá su juventud. Sus únicas preocupaciones son llegar al día siguiente y una panda que habita la colina cercana.
Vuelve a su madriguera a dormir una siesta sin apuro. Tiene una cita más tarde.
jueves, agosto 16, 2007
La Vida en Blanco y Negro
Publicadas por Juanjo a las 12:31 p.m.
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1 comentario:
hoy día me gustaría ser ese panda...
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