El jefe indio llega a la cima de la colina, desmonta de su caballo y mira hacia el horizonte.
Sabe lo que significa esa nube de tierra. Sabe que sus hombres están superados.
Saca su cuchillo y se hace un corte en la palma de la mano izquierda.
Cuando ya han caído varias gotas de sangre al suelo, entona un cántico muy despacio.
Sabe que lo que está pidiendo está mal, pero también sabe que es la única opción.
La tierra empieza a temblar.
El suelo se abre.
Alcanza a escuchar los gritos de los soldados cayendo en la grieta.
jueves, abril 10, 2008
El Gran Cañón
Publicadas por Juanjo a las 5:37 p.m.
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1 comentario:
Lamentablemente los invasores, siempre han sido mas numerosos, y siempre llegan mas.
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