jueves, enero 25, 2007

El llamado

Estaba a la mitad de una carrera por el parque cuando de improviso sintió el llamado de su Dios.

Dio media vuelta y corrió hasta quedar sin aliento, hasta sentir la puntada en el costado.

Mientras corría pensaba en cuál podría ser la razón del llamado.

Una vez que estuvo en su presencia se postró ante Él, y esperó en calma sus deseos.

Al no recibir orden alguna pensó que era una prueba de obediencia.

Aguardó en absoluta calma, y cuando su Dios se descuidó, le saltó encima, tumbándolo, y empezó a lamerlo como solo un San Bernardo sabe hacerlo.


1 comentario:

Soledad Castro dijo...

otra muestra de que parece bastante poco útil tener un dios.