jueves, septiembre 28, 2006

La lona

Por sus años y por su físico, sabía que iba a ser su última pelea. Una mezcla entre despedida y mofa. Poder recibir algo de dinero para poder asegurar los últimos años de su vieja.

Quinto asalto. Sangre en el ojo y labio hinchado.
Resistir estoicamente el brutal castigo.
El tipo no era bueno, lo que hacía las cosas más difíciles.

No le entendió muy bien al médico eso del aneurisma, pero sí supo lo que tenía que hacer.

Sexto asalto. Los años le pasan la cuenta.
Esperar el golpe correcto y dejarlo entrar.

Solo tenía que besar la lona.

jueves, septiembre 21, 2006

Esprit de Corp v. 2.0

La ciudad llevaba cuarenta días bajo ataque. Hacía una semana que ya no tenían agua potable, y las estimaciones más optimistas indicaban que el alimento solo duraría dos días más.
Ver a las madres recorriendo las calles en busca de alimentos para sus hijos era un panorama demasiado común. Que alguna de ellas lo encontrara no lo era tanto.

La madre entró al edificio que hacía las veces de enfermería, miró a los heridos y suspiró.

Los niños esperaban con ansiedad, estomagos vacíos, y la mirada llena de esperanza. La madre, orgullosa, llevó la fuente con estofado a la mesa.

jueves, septiembre 14, 2006

Buenos Modales

La joven corre al ascensor para alcanzarlo antes que se cierren las puertas. Se da cuenta que no va a poder llegar, pero de pronto la puerta se abre. Es evidente que alguien la vio.
La joven entra al ascensor, todavía agitada por haber corrido. Lo primero que ve al entrar es a un caballero con traje de negocios. La agradece tímidamente, mientras se da cuenta que se ha sonrojado. El caballero sonríe, casi sabiendo que ello solo provocará que la joven se sonroje más.
La joven le sonríe y delicadamente desenfunda su arma y le dispara a la cabeza.

jueves, septiembre 07, 2006

Vaticano Confidential

Cuando el cardenal estaba oficiando los ritos finales, a solas con el cuerpo del fallecido pontífice, algo llamó su atención. Un pequeño temblor en la mano. Con asombro vio como lentamente se empezó a incorporar el cuerpo. Abrió los ojos. Parecía desorientado, como si tratara de entender donde estaba. Luego se echó a llorar mientras balbuceaba “no había nada, llegué a la luz y no había nada”. El cardenal actuó en forma rápida, y puso una almohada contra la cabeza que opuso una débil resistencia.

El cardenal se presentó ante el nuevo pontífice y le dijo “todo arreglado Su Santidad”.