jueves, octubre 26, 2006

Se Busca

Hace tres semanas que no sabemos nada de él. La última vez que se le vio, vestía una polera blanca, pantalones azules y zapatos color café. Tenía el pelo largo y algo de barba, ambos color castaño. Se le veía perturbado, murmurando cosas sin sentido, y sonriendo sin razón, más nunca actuó violento. Algunas veces frecuentaba salones de pool, pichangas de barrio y hogares de ancianos, aunque nunca se quedaba mucho rato. No porta identificación ni reloj. A veces le cuesta entender lo que le dicen y pide que le expliquen nuevamente, como un niño. Responde al nombre de Dios.

jueves, octubre 19, 2006

Día de Feria

"Levántate que vamos a la feria", le dijo su madre. El pequeño se apuró en vestirse y tomar su leche.
La feria quedaba a treinta minutos si se iban a pie. Se mantuvo en silencio durante todo el trayecto.
Pensaba en sus amigos, y en el partido de fútbol que habían jugado el día anterior. No había logrado anotar goles, pues era el más pequeño del grupo, pero no perdía la esperanza.
Sin darse cuenta ya estaban en la feria.
Intercambio de monedas, y una extraña toma su mano. Su madre se aleja llorando. Y él todavía piensa en fútbol.

jueves, octubre 12, 2006

Espera

Nervioso, vuelve a contar cuantos faltan para que le toque a él. Solo faltan seis. Sabía que debía haber hecho antes algo para evitarlo, pero ya era tarde.
Impotente veía como pasaban los minutos e inexorablemente la fila se acortaba.
Respiración acelerada, manos sudorosas. Sabe lo que está por venir, pero no por ello será más soportable.
Intenta pedir compasión, pero en cuanto salen las palabras de su boca, sabe que el castigo será peor.
Resignado, se levanta y toma su lugar en la silla.
Lo último que ven sus ojos son dos palabras reflejadas en el espejo: ollitsaC aíreuquleP.

jueves, octubre 05, 2006

Pesca Milagrosa

Había un hombre en la orilla del mar, forcejeando con una caña de pescar.
Vio que pasaba un monje cerca de él y le pidió ayuda para sacar el pez, pues el no era capaz de sacarlo solo.
El monje sonrió. Se acercó y se puso tras el hombre.
El hombre contó hasta tres, y cuando llegó a tres, el monje lo empujó al agua.
El hombre, indignado por haber perdido el pez y la caña de pescar, le preguntó al monje por qué lo había empujado.
El monje le respondió que fue el pez quien había pedido ayuda primero.