jueves, febrero 22, 2007

El Rehén

Es temprano, y el cielo está frío y gris. En la vereda se encuentra un hombre que golpea sus pies contra el suelo para entrar en calor.

Llega un vehículo, se estaciona junto a la vereda del frente y desciende una mujer con el rehén. Se mantiene indiferente, sin dar señas de que vaya a cruzar, y mantiene al rehén tomado firmemente del brazo.

Incapaz de seguir esperando, el hombre cruza la calle. Toma del brazo al rehén, y sin mirarla a los ojos le dice a la mujer "¿te lo traigo mañana o lo voy a dejar al colegio?".

jueves, febrero 15, 2007

No tú, no ahora

“No tú, no ahora”. Eso fue lo único que se me ocurrió decir cuando lo vi de pie frente a mí.

Estaba en el cuarto del hotel, frente al espejo, anudando mi corbata y de repente vi en el reflejo que estaba detrás mío. Debía lucir bien cuando me entregasen el premio que coronaba todos mis esfuerzos, toda la trayectoria como exitoso empresario que yo había recorrido, y que nadie más habría podido hacer. Al menos no sin ayuda.

Siempre supe el precio, pero nunca supe cuando sería el momento de pagar. Y a Él siempre le tienes que pagar.

jueves, febrero 08, 2007

El Viejo

La escueta nota decía “en el café a las nueve”, y ahí estaba esperándolo desde hacía media hora. Lo ví entrar y acercarse a la mesa. Miró a todos lados y se sentó. Me entregó un sobre cochino, cerrado con cinta adhesiva, y me encargó que no lo viera hasta llegar a mi casa. Intenté que comiera algo, pero se opuso diciendo algo acerca de venenos.

Sentado en el comedor de mi casa, abro el sobre solo para encontrar palabras sin sentido, garabateadas con mano temblorosa. En silencio, lo voy a ver mientras duerme y se me parte el corazón.

jueves, febrero 01, 2007

El Paracaidista

El avión se bambolea en medio de la noche, volando a mucha altura para esquivar los radares y la artillería. Se abre la puerta y se siente el frío de inmediato. Nos preparamos para saltar, revisamos el equipo, hacemos algunas bromas y luego nos ponemos serios.

Al llegar a tierra caigo mal y me rompo la pierna. Se acerca una aldeana y me lleva a su casa. Temo por mi vida, pero no puedo arrancar, ni asesinar yo solo a un pueblo completo.

Hoy cumplimos un mes casados. Mi pierna todavía molesta un poco, y la guerra aún no termina.